ABORTO EN ARGENTINA. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, al aprobar una
Guía, viola la Constitución de la República que reconoce que la vida humana comienza
con la concepción.
Por Carlos Álvarez Cozzi
Por estas horas las agencias de
noticias nos dan cuenta del descaro de la presidente argentina al poner en
marcha un protocolo de aborto no punible, mediante una Guía Ministerial de
Salud Pública, en un país como la República Argentina
cuya Constitución reconoce el derecho a la vida desde el momento de la
concepción, limitando severamente para
peor el derecho a la objeción de conciencia (https://www.aciprensa.com/noticias/argentina-legaliza-aborto-prohibe-ecografias-y-viola-libertad-de-conciencia-48520/).
El documento de 72 páginas, que fue publicado en
el sitio web del Ministerio de Salud, lleva la firma de Cristina Fernández y
está fechado en abril de 2015. El mismo califica al aborto como un “derecho de
la mujer”. Es decir, no le basta con hacerlo no punible sino que, fiel a la
agenda de género, ahora también reforzada por la OEA , (http://www.forumlibertas.com/frontend/movil/El-Nuevo-Secretario-General-De-La-OEA-Impulsa-La-Agenda-De-Genero-vn33977-vst33),
en forma descarada, lo considera como un “derecho”, por tanto exigible ante el
Estado.
En efecto, en la Guía difundida por el gobierno argentino se lee
que “el ejercicio de este derecho (el aborto) se encuentra enmarcado en los
derechos sexuales y reproductivos como parte de los derechos humanos”.
Adviértase
que jamás podría constituir un derecho humano dar muerte en forma intencional a
otro ser humano, en este caso, agravado por estar indefenso y todavía
practicarlo con abuso de las relaciones domésticas.
A tal punto llega el dislate que en el documento
del Ministerio de Salud “se prohíbe
mostrar la ecografía a la mujer que ya haya decidido abortar”.
Porque sabido es que un alto porcentaje de las madres que ven a su hijo
moviéndose, desisten de su intento.
Además, informan las agencias que la
norma citada dispone que “el derecho a
la objeción de conciencia queda limitado para evitar la llamada ‘objeción
declamada’. Deberá ser ‘autorizado’ por la
institución médica y no afectar a la disponibilidad del servicio. Es decir, se niega en los hechos, el
derecho a la “objeción de conciencia”, dado que el mismo debe ser “autorizado”
por la autoridad pública, lo que es inadmisible.
El derecho a la objeción de conciencia es universalmente admitido
y no debe estar reglamentado para limitarlo o dificultarlo. Recientemente en
Uruguay, la Justicia Administrativa
(Tribunal de lo Contencioso Administrativo) en una demanda de nulidad entablada
por un grupo de médicos contra varios artículos del decreto reglamentario de la Ley de Aborto de 2012, decidió
suspender la aplicación en forma preventiva, cautelar, de varios artículos de
la reglamentación que buscaban limitar o dificultar el ejercicio del derecho de
objeción de conciencia por parte de los médicos que se nieguen por razones
éticas a dar muerte a un ser vivo en el vientre materno.
La norma argentina tampoco deja opción a la objeción de los
centros de salud católicos. La Guía
obliga –y así lo dice expresamente- a todos los centros sanitarios de
Argentina, públicos y privados a que se practiquen los abortos. Lo que además
constituye una violación a la libertad de cultos.
Otro grave hecho es el intento de desconocer la patria potestad,
porque una menor de 14 años y hasta los 18, no necesitará autorización de sus
padres para que se practique un aborto, sin que los padres de la menor puedan
oponerse ni ser necesaria siquiera su autorización. Se trata de menores!!!
Van quedando pocos gobiernos que se
oponen a la presión de los organismos internacionales para que legalicen el
crimen del aborto. Es de destacar a los de Paraguay,
Perú y Ecuador, que expresamente han rechazado dichas presiones de la
“cultura del descarte”, o de “colonialismo cultural”, como gusta llamar el Papa
Francisco.
Francisco.
La hora de la resistencia ciudadana legítima ante una norma
injusta y además inconstitucional, ha llegado. Esperemos que las fuerzas vivas
y lúcidas de nuestros pueblos no sean tibias, porque el mal avanza más por la
indiferencia de los buenos que por la fuerza de quienes cultivan el mal.
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